Formación: los miembros del equipo se reúnen por primera vez. Es importante que los líderes de equipo faciliten las presentaciones y destaquen las habilidades y antecedentes de cada persona. Los miembros del equipo también reciben detalles del proyecto y la oportunidad de organizar sus responsabilidades.

Conflicto: los miembros del equipo comparten ideas abiertamente y usan esto como una oportunidad para destacarse y ser aceptados por sus compañeros. Los líderes ayudan a los equipos en esta etapa al tener un plan para administrar la competencia entre los miembros del equipo, facilitar la comunicación y asegurarse de que los proyectos se mantengan en el buen camino.

Normalización: los equipos han descubierto cómo trabajar juntos. No hay más competencia interna, y las responsabilidades y los objetivos son claros. Cada persona trabaja de manera más eficiente porque ha aprendido a compartir sus ideas y escuchar los comentarios mientras trabaja hacia un objetivo común.

Desempeño: hay un alto nivel de cohesión y confianza entre los miembros del equipo. Los equipos están funcionando con la máxima eficiencia con menos supervisión de los líderes de equipo. Los problemas aún surgen, pero en este punto, los equipos tienen estrategias para resolver problemas sin comprometer los plazos y el progreso.

Finalización: Los equipos completan su proyecto e informan sobre lo que salió bien y lo que podría mejorarse para futuros proyectos. Después, los miembros del equipo pasan a nuevos proyectos.